EL PROBLEMA FINAL, de Arturo Pérez Reverte Puntación: 3/5
Muchísimos años hacía que no me decantaba por las novelas de Arturo Pérez Reverte, del que durante mucho tiempo esperé la conclusión de la serie sobre las aventuras del Capitán Alatriste.
Este
verano ha caído en mis manos su última novela ‘El problema final’ y no ha sido
especialmente de mi agrado, como sí lo fueron sus primeras novelas ‘El maestro
de esgrima’, ‘La tabla de Flandes’ o ‘El club Dumas’.
El
libro es un homenaje al género policiaco clásico, especialmente a Agatha Chiristie
y a Arthur Conan Doyle. A la primera porque se trata de una historia de
asesinatos de habitación cerrada al estilo de Diez Negritos, y al segundo por ser el creador del detective
Sherlock Holmes. Y, sin embargo, con tan buenos ingredientes la novela me ha
parecido pretenciosa por las reiterativas citas literarias y cinéfilas de corte
clásico que solo pretenden poner de manifiesto el dominio del autor sobre la
materia.
A
modo de resumen, la historia transcurre en 1960, cuando un actor de cine en
decadencia, Hopalong Basil –en realidad Ormond Basil-, que encarnó a Sherlock
Holmes muchas veces a lo largo de su carrera, es invitado a un crucero por
Pietro Malerba, un importante productor, que viaja junto a su pareja la soprano
libanesa, Najat Farjallah, sin saber que se acerca un fuerte temporal. Por esta
razón quedan atrapados en el hotel Auslander de la isla de Utakos, de poco más
de un kilómetro cuadrado, junto con otros seis huéspedes de distintas
nacionalidades: Francisco Foxá, un escritor español de novelas policiacas; una
pareja alemana, Hans y Renate Klemmer; dos turistas inglesas, Vesper Dundas y
Edith Mander; y un médico turco, el doctor Karabin. Junto a ellos, la dueña del
hotel, la sra. Auslander, una judía que estuvo en Auschwitz; Gérard, su encargado;
y dos jóvenes camareros, Evangelia y Spiros.
Pronto
aparece el primer cadáver -que no el único de la novela-, el de Edith Mander, y
ante la imposibilidad de que la policía de Corfú acceda a la isla durante
varios días debido al fuerte temporal, entre todos acuerdan encargar la investigación
de los hechos a Basil, por su experiencia como Sherlock Holmes en el cine. Este
es, por cierto, el primer guiño de Pérez Reverte al cine clásico, ya que Basil
Rathbone interpretó al famoso inspector durante los años 30 a 40 del siglo
pasado. Y junto a él, el español Foxá desempeñando el papel del eterno doctor
Watson, en un libro planteado como novela-problema que pretende ser un juego
entre autor y lector, para culminar en el capítulo 9 en el que Pérez Reverte despeja
la solución del misterio.
En
fin, una novela nostálgica del cine y la literatura clásica, como
reivindicación frente a la novela negra actual caracterizada por la acción y la
sangre, en la que cualquiera puede ser sospechoso de los crímenes ya que todas
las hipótesis son posibles, hasta que el autor ofrece su última carta y desvela
la solución al problema.
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