EL LATIDO DEL MAR, de Jorge Molist Puntuación: 5/5

Mi última lectura del verano fue ‘El latido del mar’, una gran novela histórica, basada en hechos reales, del escritor catalán Jorge Molist, del que ya reseñé otras dos novelas sobre una temática muy parecida: Canción de sangre y oro y La reina sola, que narraban la historia de la reina Constanza de Sicilia y en las que aparecía brevemente el principal protagonista de su nueva novela, Roger de Flor.

En este caso, el autor dedica su obra a la infancia y juventud de este personaje olvidado de nuestra historia y del que, según he leído en una entrevista que le hicieron, cuelga un lienzo de 1888 en las paredes del Senado. De esta forma, Molist pretende poner en valor la vida de grandes figuras de nuestra historia y lo hace a través de un riguroso trabajo de investigación en el que se van a mezclar personajes reales y de ficción, en perfecta armonía.

La novela, de más de 600 páginas, se divide en diez partes y transcurre entre 1268 y 1287. Roger acaba de perder a su padre, el noble Ricardo von Blume, en la batalla gibelinos y güelfos. Poco después también es separado del resto de su familia, quedando solo al cargo de su madre, Blanca Coppola, en la ciudad de Brindisi, principal puerto de embarque de los cruzados a Tierra Santa.

La supervivencia de ambos bajo el dominio del comerciante veneciano, Antonio di Murano está plagada de abusos inimaginables, pero en la que brilla el amor incondicional de Blanca por su hijo y de Roger por su madre.

Es por esta razón que, pasados varios años en los que ambos malviven con la única esperanza de reencontrarse algún día con su familia, Roger se enrola como grumete en una nave del Temple, el Halcón, al mando del sargento fray Vasall, otro personaje que va a tener un papel estelar en esta historia.

Nos encontramos ya en el año 1277, coincidiendo con la cuarta parte de la novela, y volvemos a encontrar numerosas escenas de combates navales, ambientación que el autor domina con maestría como ya os dije en mis reseñas anteriores. A lo largo de los próximos años visitará San Juan de Arce, tomará los hábitos de la orden y terminará haciendo de la galera su hogar. Sin embargo, Roger sigue manteniendo sus mismos propósitos, rescatar a su madre, encontrar a su familia y vengarse.

Es en San Juan de Arce donde el gran maestre Guillaume de Beaujeu le comunica que su hermano Giacomo está vivo y trabaja al servicio de la corona de Aragón, enemiga del papado y, por tanto, del Temple.

Hay que recordar que nos encontramos en medio de una guerra por el dominio del Mediterráneo entre Francia, apoyada por el papa, y la corona de Aragón. En el año 1266 el conflicto entre los Hohenstaufen y el papado había llevado a Inocencio IV a coronar como rey de Sicilia a Carlos de Anjou. Sin embargo, la fuerte oposición de los pueblos locales, debida al maltrato y a los excesivos impuestos, trajo como consecuencia que los sicilianos acudieran a Pedro III de Aragón, apodado el Grande, yerno del último rey Hohenstaufen, el cual consiguió la victoria y se coronó como nuevo rey de Sicilia.

Poco más puedo añadir sobre esta magnífica novela, que el autor acompaña de varios mapas e ilustraciones de la época, que se lee con facilidad porque está escrita a través de capítulos cortos y con la que se aprende mucho de nuestra historia. Solo añadir, como datos curiosos que he leído en la entrevista al autor, cómo siguió la vida de Roger de Flor: participó en la defensa de San Juan de Arce, abandonó el Temple, se hizo pirata, mercenario y acabó comandando las tropas españolas en el imperio bizantino, siendo nombrado césar del imperio y casándose con una princesa bizantina. 

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