ALMAS EN EL PÁRAMO, de Miguel de León Puntuación: 3/5
Muchas veces en mi vida he recomendado la lectura de ‘Los amores perdidos’, del autor tinerfeño Miguel de León, publicada en el año 2016. Por eso, cuando tantos años después me he enterado de que se ha publicado su segunda novela, ‘Almas en el páramo’, la he cogido con muchas ganas.
He leído muy buenas críticas
sobre ella y la forma de escribir del autor y, a pesar de ello, el trasfondo de
esta novela, a caballo entre la filosofía, la religión y la ética, no me ha
convencido mucho: somos almas errantes en el páramo de la nada. Se trata de que
el lector reflexione sobre quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos; si
somos algo más que biología y si la biología dispone de algún artificio para
almacenar esa energía que llamamos alma.
Por esta razón los muchos
personajes que pueblan sus páginas están muy bien perfilados psicológicamente:
unos encarnan la bondad y la belleza de la vida, mientras que sus antagonistas
representan lo peor de la naturaleza humana. Y todo ello aderezado con
relaciones románticas, de amistad y de odio, de venganza y de locura, asesinatos
y muchos secretos familiares. Es, por
tanto, una novela con una trama compleja, que hay que leer a pequeños
sorbos.
La historia se sitúa en la
ciudad imaginaria de Antiqua y se estructura en tres partes. La primera se encuadra
en el presente y se inicia con la aparición del cadáver de una mujer asesinada.
En ella conocemos a los principales protagonistas: un mendigo sin filiación,
apodado el Doctor, al que acompaña Lobo, un perro leal hasta la muerte; y La Bella, una casa deshabitada,
construida a principios del siglo XX en el barrio de la Umbría y marcada por una
leyenda según la cual todos sus habitantes varones terminan perdiendo la
cordura.
En la segunda parte el autor
nos traslada al pasado del protagonista, Rafael, o debería decir, Elisario
Calante, y nos presenta a la familia Altaterra a la que una grave tragedia marcará:
Diego, el cabeza de familia, y sus tres hijos, Gabriel, Fernando y Eulalia.
La última parte del libro se
destina a encajar todas las piezas del rompecabezas que con mucho mimo el autor
ha ido poniendo ante los ojos del lector.
En fin, que es una novela
diferente que, en mi opinión, no es apta para todos los lectores, aunque, como
siempre, esta no es más que una opinión personal.
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