EL BAILE DE LAS MARIONETAS, de Mercedes Guerrero Puntuación: 5/5

 Hacía tiempo que no caía en mis manos un autor nuevo, y a través de recomendaciones en las redes sociales opté por la lectura de ‘El baile de las marionetas’, de Mercedes Guerrero, una autora cordobesa de la que no había leído nada y cuya novela me ha encantado y de la que he aprendido mucho de un tema que apenas conocía: los llamados “Niños de la Guerra”, miles de niños evacuados de España durante la Guerra civil por el Frente Popular hacia la Unión Soviética (entre 1934 y 1937 se realizaron cuatro expediciones en las que más de 34.000 niños fueron enviados a Europa y a América Latina).

Para escribirla la autora ha tenido que documentarse ampliamente y ha logrado una novela redonda pues, además de su cuidada ambientación histórica, tiene un final perfecto en el que todas las piezas encajan como si de un puzle se tratara, porque la historia está contada a dos voces y en dos épocas distintas, pero ambas terminan sincronizándose de manera perfecta.

El libro arranca en Kabul de 2004, donde la doctora Edith Lombard, una canadiense de 39 años, voluntaria de Médicos Sin Fronteras, recibe en quirófano a una joven embarazada, gravemente herida en un tiroteo, que porta un colgante con una piedra de color ámbar con una muesca semicircular. Al morir la joven, el marido le cuenta que la joya era parte de la dote de su esposa, encontrada por su suegro en un tanque soviético al finalizar la guerra con Rusia en 1989.  Lo curioso es que la joya parece ser la misma que el padre de Edith regaló a su fallecida madre en 1986, procedente de la Cámara de Ámbar de un palacio zarista de San Petersburgo, robada por los nazis durante la II Guerra Mundial.

Pronto Edith regresará a su país, donde residen su padre, Edouard Lombard, su hermanastro, Adrien, su cuñada Nicole y el padre de esta, Lucien Hevin, llevándose consigo a un niño afgano, Hassan, al que adoptará.

Por otro lado, en 1937, desde el puerto de Santurce, ‘El Habana’, un viejo carguero, parte con más de mil quinientos niños, la mayoría con destino a Leningrado. Entre ellos nuestros protagonistas principales: Rafael Celaya y su hermano Joaquín, Manuel, Iñaki, Victoria, Teresa y Alejandro, cuyos destinos van a quedar irremediablemente unidos durante años, ya que el regreso a la patria no es una opción para los soviéticos mientras Franco esté en el poder en España: “La República me dio a los niños, y solo los devolveré a la República”.

Ya os he nombrado a todos los personajes principales que tejen esta historia. ¿Pero quién es quién? Eso es algo que la autora irá desvelando de manera dosificada a lo largo de las casi 600 páginas que forman esta novela.

En 1941 comienza la operación Barbarroja, la invasión de la URSS por Hitler. Se inicia de nuevo la guerra, esa que nuestros protagonistas abandonaron en su tierra natal y ahora regresa con una fuerza inimaginable en un país que no es el suyo y por el que deben luchar enrolándose en el Ejército Rojo. Y así, poco a poco, van percibiendo que el sistema político que tanto admiraban por su justicia y equidad, no casa con la realidad de los ciudadanos a los que se dirigen sus políticas.

Y este es un punto en el que también me ha gustado mucho la novela. El paralelismo que hace la autora entre la dictadura de Franco y la de Stalin y la objetividad con la que trata el tema. Son tiempos de terror, de delaciones, de espionaje y de venganza.

Años después comienza la Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos, y Rafael Celaya entra como científico en el programa espacial Sputnik. Y así va transcurriendo el tiempo, hasta que veinte años después de la llegada a la URSS de los Niños de la Guerra, muerto Stalin y tras el ingreso de España en la ONU, el Gobierno de Jrushchov accede por medio de la Cruz Roja Internacional a que algunos de esos niños vuelvan a su país, siempre que no hayan trabajado en puestos de especial sensibilidad para la seguridad nacional. Corre el año 1956 y, por fin, el buque Crimea zarpa del puerto de Odessa con la primera expedición de niños, ahora ya jóvenes, que regresan a España.

Rafael no podrá salir hasta 1961, camino de París, formando parte de un grupo de científicos que asiste a un congreso mundial. A partir de este momento la novela cambia de rumbo y se convierte en una novela de espionaje y contraespinaje, con agentes dobles al servicio de la KGB y la CIA y por eso con un ritmo algo más trepidante.

Para terminar, deciros que la historia se sitúa en varios escenarios, desde Kabul donde arranca, a Leningrado, ciudad en la que transcurre mayoritariamente, pasando por Quebec, Madrid, París o la Cuba de Fidel Castro. Todas ellas forman parte del apasionante entramado que Mercedes Guerrero ha logrado crear para hacer las delicias del lector.

Os animo desde aquí a su lectura.

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