LA ESPÍA DE CRISTAL, de Pere Cervantes Puntuación 3/5
‘El chico de las bobinas’
fue uno de los mejores libros que leí en 2020 y, sin embargo, la nueva novela
de Pere Cervantes, ‘La espía de cristal’, no ha cumplido mis expectativas.
Es verdad que es un libro
con el que se aprende mucho sobre el conflicto de los Balcanes –que, por
cierto, como cuenta el autor, significa en turco miel y sangre-. Slobodan Milosevic suprimió en 1989 el Estatuto de
Autonomía de Kosovo, condenando a la marginación y al hostigamiento al pueblo
albanés. Con el final de la guerra los vencedores pasaron a ser los perseguidos
y Kosovo deja de ser una provincia serbia administrada por las Naciones Unidas,
proclamándose independiente en 2008.
Es curioso que España es de
los pocos países que no reconoce la independencia de esta antigua provincia
yugoslava, dividida en una sociedad católica ortodoxa y otra musulmana, dos comunidades que se odian
y viven estancadas en el tiempo.
Estamos, por tanto, ante una
novela narrada en dos tiempos y ambientada en la guerra entre los
albano-kosovares y los serbios, es decir, un conflicto étnico.
En este marco nos
encontramos con Taibe Shakla, una periodista e intérprete de las Naciones
Unidas, que fue víctima de una violación en su juventud durante la guerra de los
Balcanes y que desaparece en Pristina, la capital de Kosovo, en 2019, después
de haber sido reclutada como espía de la inteligencia kosovar –SHIK- hacia
veinte años y posteriormente por el servicio de inteligencia alemán –BND-, lo
que la había convertido en espía doble durante diecinueve años.
Por otro lado, está Manu
Pancorbo, un reportero de guerra español y antiguo amor de Taibe, a la que
conoció en 1999 durante la guerra. Manu, acompañado de su amiga la fotógrafa
Olga Balcells, serán los encargados de investigar la desaparición de Taibe,
cuando se enteran por una carta de Vjosa, la única hija de Taibe.
El libro no es otra cosa que
la historia de la lucha entre dos agencias de inteligencia y el desenlace a una
historia de amor perdida hacía demasiados años.
La obra está muy bien
documentada y es que el autor, nacido en Barcelona, fue observador de paz para
la ONU en Kosovo y para la Unión Europea en Bosnia-Herzegovina, y por ello
conoce de primera mano los distintos espacios en los que sitúa su historia.
Solo por eso y si os gusta la historia ‘La espía de cristal’ merece su lectura,
aunque carezca de la emotividad que para mí tenía su anterior libro.
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