UNA DECISIÓN INEVITABLE, de María Montesinos Puntuación: 5/5
María Montesinos cierra con su última novela, ‘Una decisión inevitable’, la trilogía que comenzó con ‘Un destino propio’ y continuó con ‘Una pasión escrita’, cuya reseña os hice hace algunos meses. En ella os decía que se trataba de una trilogía sobre mujeres que lucharon por ejercer su profesión a finales del siglo XIX. Es un retrato social de España en los primeros años de la restauración monárquica, con la mujer como protagonista, que reclama la igualdad y el acceso a la educación y a la cultura.
Esta tercera parte sigue la misma línea
que las anteriores y además, a diferencia de ‘Un destino propio’ que puede
leerse de forma independiente, ‘Una pasión escrita’ y ‘Una decisión inevitable’
son continuación la una de la otra, de modo que lo mejor es leerlas en su orden
para conocer la vida de sus protagonistas principales: Victoria Velarde, una
joven aristocrática enamorada de Diego Lebrija, miembro de una modesta familia
del barrio de Lavapiés que, tras terminar sus estudios de Derecho, logra abrirse
paso como redactor en varios diarios de la época.
Os recuerdo que Victoria Velarde, hija
del duque de Quintanar, embajador plenipotenciario de España en Gran Bretaña,
se había mudado a ese país para contraer matrimonio con James, el primogénito
de los duques de Langford. Nos encontramos en plena época victoriana lo que
supone la existencia de severas normas que rigen las relaciones de la alta
sociedad inglesa y ello difícilmente casa con el carácter independiente de
Victoria.
Corre ahora el año 1887, y Victoria, con
27 años de edad, acaba de enviudar y de perder al hijo del que estaba
embarazada. Ya nada le ata a un país en el que no ha conseguido ser feliz y por
ello desea volver a Madrid, su tierra. Sin embargo, su suegra, Clarissa, le pide
que antes la acompañe a Río Tinto (Huelva) donde su otro hijo, Phillip, el futuro
duque de Langford, trabaja como médico.
Toda la novela va a transcurrir en este
espacio marcado por los contrastes entre la colonia de Bella Vista, donde residen los ingleses, y las
minas de cobre donde malviven los españoles que trabajan al servicio de la
Compañía minera de Río Tinto.
La autora ha debido documentarse
ampliamente para la descripción de dicho escenario y de la vida de la época en
un lugar tan inhóspito –si alguna vez lo habéis visitado podréis observar que aún
quedan muchos vestigios de la Compañía en la zona- y, al mismo tiempo, nos
ofrece numerosos datos de interés. Por ejemplo que la Compañía fue comprada por
los británicos por noventa y dos millones de pesetas y constituía el yacimiento
de cobre más grande del mundo; o que fue explotado por los ingleses desde 1873 hasta
1954, año en que su propiedad volvió a manos españolas.
En Río Tinto Victoria va a ser testigo
de la miseria de los trabajadores y de sus pésimas condiciones de vida, lo que
volverá a permitirle dar rienda a su pasión por la escritura y las
colaboraciones en prensa bajo pseudónimo masculino, por supuesto. Y allí
también va a reencontrarse con Diego Lebrija, cuyo amor se cruzará en el camino
con el de su cuñado Phillip.
Diego, que ha acudido a Río Tinto con
una delegación de Diputados del Congreso que pretende conocer de primera mano
los perjuicios para la salud humana y animal de los humos sulfurosos de las
teleras en las que se quema el mineral del cobre, se encontrará de nuevo con
Victoria, pero también con otros personajes que son viejos conocidos de ‘Una
pasión escrita’, Rosalía Pontes, la hija de Quino, y su marido Gabriel.
En fin, que la novela es maravillosa.
Que esta historia de amor que había quedado inconclusa, hace las delicias de
cualquier lector amante de las novelas de época y que, por supuesto, os la recomiendo
cien por cien. Solo lamento que la trilogía haya acabado y haber terminado una
lectura con la que he disfrutado mucho.
¡Qué ilusión me ha hecho leer tu reseña, Ana! Muchas gracias por tus palabras. :-)
ResponderEliminarEl placer leyendote, ha sido mío
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