VICTOR ROS Y LOS SECRETOS DE ULTRAMAR, de Jerónimo Tristante Puntuación: 4/5
No me pierdo un libro de Jerónimo Tristante y se acaba de publicar ‘Víctor Ros y los secretos de ultramar’, la sexta entrega de este detective decimonónico cuyas andanzas fueron llevadas a la televisión hace unos años.
Tristante nos dio a conocer
a Víctor Ros con ‘El misterio de la casa Aranda’, un pilluelo del barrio
de La Latina, apadrinado por el sargento Armando Martínez para convertirlo en
el gran policía que llegará a ser. Está casado con Clara, una inteligente mujer
con la que tiene dos hijos biológicos, además de Eduardo, otro raterillo igual
que él, al que recogió en las calles de Barcelona y adoptó cuando resolvió ‘El
enigma de la calle Calabria’.
En esta nueva entrega Víctor
es ya Jefe de la Brigada Metropolitana de Madrid, un trabajo que le hastía por
su burocracia y que decide abandonar para dedicarse de nuevo a su trabajo de
detective.
Y la ocasión se presenta
cuando su amiga María Fuster acude a él rogándole que busque a su marido,
Martin Roberts –también conocido como Sr. Crawford- un espía anglosajón que
ayudó a Víctor en el caso de ‘El gran robo del oro español’ y que ha desaparecido
en extrañas circunstancias junto a una cabaretera cubana de gran belleza,
Giselda Albertos.
Víctor Ros no se lo piensa y
junto a su compañero de aventuras, Alfredo Blázquez, embarca para Cuba tras la
pista de su amigo, aunque en este caso va a ir también acompañado de Arístides
Mínguez, su cochero, al que conoció en el penal del Puerto de Santa María, un
personaje muy curioso aficionado a la literatura clásica (sus latinajos a lo
largo de la novela son verdaderas perlas de sabiduría).
Sin embargo, todas las
pistas que van surgiendo en la investigación conducen a vías muertas porque
alguien parece que está vigilando y cada paso que nuestro inspector da se convierte
en un camino ciego. Es difícil saber si Martín se fugó por amor, o se ha pasado
como espía a los americanos o solo lo simula porque en realidad es un agente
doble, pero el caso es que algo debió salir mal y parece que lo quitaron de en
medio.
Hay que tener en cuenta que
nos encontramos en el año 1885, época de ocaso del imperio español previo a la
independencia de Cuba, cuando Estados Unidos, una potencia emergente, ha puesto
sus ojos en esta colonia que es la perla de las escasas posesiones que conserva
el malparado imperio español. Y es importante este dato porque Tristante, tras
una magnífica labor de documentación, hace en esta novela una perfecta
ambientación de la sociedad y la geografía cubana: la insurgencia
independentista de los mambises, la esclavitud, los ingenios azucareros y el
poder de la sacarocracia, la selva y la manigua, la sensualidad y belleza de la
mujer criolla y su libertad de pensamiento, por ejemplo.
Así va avanzando esta novela
que hace las delicias del lector y en la que Víctor va a tener que enfrentarse
de nuevo a fantasmas del pasado, Alberto Aldanza y Lola la valenciana, que son
los artífices del plan maquiavélico que lo ha llevado a Cuba: un barco de la
armada americana, el USS New York, en visita oficial, va a volar por los aires para
culpar a España del incidente y tener la excusa perfecta para declararle la
guerra. Pero ellos no serán los únicos malos de la novela, ya que habrá otros
inesperados que llevarán a nuestro inspector al borde de la muerte.
Y hasta aquí os cuento para
que seáis vosotros lectores los que descubráis esta nueva aventura de un
personaje fascinante cuya vida va a dar un vuelco radical al enfrentarse a la
muerte de compañeros inocentes. A partir de ahora, Víctor Ros será un hombre
distinto para siempre.
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