LAS HIJAS DE LA SINGER, de Ana Lena Rivera Puntuación: 5/5

De nuevo hice caso a las recomendaciones de un club de lectores de Facebook y decidí leer ‘Las herederas de la Singer’, última novela de la escritora asturiana, afincada en Madrid, Ana Lena Rivera, que no conocía a pesar de ser la autora de una trilogía dedicada a la investigadora Gracia San Sebastián. No he podido alegrarme más y no dejaré de recomendar su lectura, sobre todo a las mujeres, a las que va especialmente dedicada la historia.

Porque se trata de una saga familiar compuesta por cuatro mujeres a lo largo del siglo XX: Aurora, Águeda, Ana y Alba… curioso que todos sus nombres empiecen por A.

Es cierto que al principio cuesta un poco de trabajo conectar con el libro porque no se trata de un relato lineal a cuatro voces, sino que la autora utiliza continuos saltos en el tiempo hacia adelante y hacia atrás, sin ningún orden, para ir creando un retrato de la situación de la mujer durante nueve décadas, las mismas que vive Aurora, principal protagonista, que da voz a la dura vida en las cuencas mineras asturianas. De todas formas cada parte de la novela viene precedida del nombre de la voz narrativa y del año en el que se producen los sucesos que se relatan.

Aurora es una mujer fuerte y luchadora, pero vapuleada por la vida sin compasión, que encontrará en su biznieta Alba, por fin, la imagen de una mujer moderna y luchadora por los derechos de la mujer y su emancipación. Junto a ellas, Águeda, su hija, una mujer sumisa y dócil y su nieta, Ana, que encarna el prototipo de la mujer florero, al casarse con un constructor adinerado perteneciente a la alta sociedad madrileña. Junto a ellas, sus maridos: Paulino, Jesús y Carlos; Ceferino, el capataz de la mina; y algunas amigas: Herminia y su hija Florita, Ramona, Beba o Deva.

Y por supuesto, la Singer, una máquina de coser que acompaña a todas las mujeres de la familia –como a muchas otras de la historia de España- que esconde un oscuro secreto relacionado con el pasado de Aurora.

A lo largo de sus más de 500 páginas son muchos los temas que la autora trata: el maltrato, las condiciones laborales en las cuencas mineras, el matrimonio de conveniencia, la prostitución por necesidad, el abuso sexual y la violación grupal, la homosexualidad, la miseria y el hambre, la bulimia …. y lo hace con maestría, para poner ante nuestros ojos la historia de nuestro país desde la revolución minera de 1934, pasando por la guerra y la posguerra, la transición, el golpe de estado de Tejero, los atentados de ETA y otros muchos recuerdos de nuestra historia personal, hasta llegar a la pandemia Covid.

En cambio, los escenarios donde transcurren los hechos se centran en Asturias, concretamente en Turón, un pequeño pueblo del valle de Mieres. De allí se traslada a Oviedo, Gijón, Sevilla, el Palmar de Troya y Madrid. Por esta razón es fácil para el lector palpar la miseria y el hambre de unos hombres y mujeres que perdían la vida arrancando carbón de las entrañas de la tierra para morir de silicosis por culpa del polvo que ennegrecía sus pulmones.

Poco más puedo añadir a una historia preciosa, que me ha llegado al alma y me ha hecho sufrir con la vida de sus personajes. Pero tengo, también, la obligación de advertir que los personajes masculinos no salen bien parados en esta novela, pero por la única razón de que es el recurso literario empleado por la autora para poder describir el abuso y el sufrimiento de muchas mujeres durante generaciones, y no porque no haya hombres maravillosos sobre la tierra.

Por eso voy a terminar con una frase del libro que me ha gustado mucho: “la conquista se produce en un momento, pero el amor solo dura si lo cuidas cada día”, porque a diferencia de lo que ha imperado durante años “las mujeres no estamos para ver, oír y callar….sobre todo callar”.

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