EL SUSURRO DEL FUEGO, de Javier Castillo. Puntuación: 4/5
He leído la mayoría de los libros del escritor malagueño Javier Castillo, La chica de nieve, El juego del alma y La grieta del silencio –la saga protagonizada por la periodista Miren Triggs-, Todo lo que sucedió con Miranda Huff y El cuco de cristal, muchas de las cuales ya he reseñado.
Os recuerdo que el autor ha
vendido más de dos millones y medio de libros y que la adaptación de La chica de nieve
en Netflix se convirtió en la serie más vista del mundo en su estreno y dio
lugar a una saga que continúa con El
juego del alma. A todo este éxito se suma la adaptación de El cuco de cristal, que ya se encuentra
en producción.
Ahora acabo de terminar su
última novela, El susurro del fuego,
una obra muy diferente de las anteriores, primero porque es la primera vez que
ambienta la historia fuera de Estados Unidos, y segundo porque, pese a ser de
nuevo un thriller, estamos ante un libro con una gran carga emocional que
invita a la reflexión sobre lo efímero de la vida, la muerte, el dolor y la
enfermedad.
Sus dos protagonistas
principales son dos mellizos, los hermanos Ardoz: Laura, una joven de 25 años,
astrofísica de profesión, que participa en un proyecto llamado Quijote, sobre el origen del universo,
en el observatorio astronómico del Teide; y Mario, estudiante de matemáticas en
Madrid, enfermo de cáncer. 
Mario acaba de recibir su
última sesión de quimioterapia y su hermana organiza un viaje a las islas
Canarias para celebrarlo. Durante su estancia, Mario sufre una bajada de
defensas por la que debe ser ingresado unos días en el hospital, pero el día que
recibe el alta descubre que su hermana ha desaparecido y su móvil la ubica en
un paraje desolado, las Narices del Teide, donde la policía
encuentra su cadáver.
Así empieza una
investigación contrarreloj para descubrir al asesino a cargo de los otros dos
protagonistas de la novela: Candela Oramas, sargento de la guardia civil de la
Unidad de Homicidios de la Policía Judicial, con una vida familiar tormentosa,
y su compañero, el cabo Alex Quintana.
La estructura de la novela,
de capítulos breves, alterna la investigación de ambas parejas de protagonistas,
entre los que se intercalan algunos pasajes de la infancia de los mellizos. 
Es importante también la
ambientación de la novela de modo que Tenerife termina convertida en un personaje
más de la misma, ya que el autor hace a lo largo de sus más de 400 páginas una
oda a la belleza de las islas Canarias.
Por último, me gustaría destacar
el binomio ciencia y fe, sustento de este libro y que va a tener gran peso en
su desenlace. Para mí, creyente, la conciliación de ambas materias está muy
bien tratada por el autor.
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