NADA SUCEDE LA VÍSPERA, de Chufo Llórens. Puntuación: 4/5
Después de reseñar la última novela de Paloma Sánchez Garnica, os traigo ahora la segunda lectura del verano de otro de mis escritores favoritos, Chufo Llórens, que tristemente falleció el pasado mes de mayo.
He leído toda su
bibliografía también, pues es un escritor de novelas históricas que me apasiona,
muchas de ellas ambientadas en su ciudad natal, Barcelona: Te daré la tierra y su continuación Mar de fuego –ambientadas en la Barcelona de siglo XI-; La ley de los justos –en la Barcelona
modernista-; Catalina, la fugitiva de San
Benito; La saga de los malditos –que es mi preferida, en la que hace un
paralelismo entre las expulsión de los judíos en la Edad Media y el holocausto
nazi-; La otra lepra; El destino de los
héroes; y La vida que nos separa.
Su última obra, Nada sucede la víspera –que realmente
fue la primera que escribió- vuelve a estar ambientada en Barcelona, en el año
1969.
No es una novela muy
extensa, a diferencia de las anteriores escritas por el autor y se estructura
en 68 capítulos, más un prólogo y un epílogo, agrupados en cinco partes. En el
prólogo se anuncia la muerte de don Julio Urquízar, marqués de Soto en su
domicilio en noviembre de 1968, para retroceder seis meses ya desde el primer
capítulo donde comienza la presentación de sus personajes y el relato de los
hechos que llevaron a la muerte del marqués.
Su desenlace acaba con un
pormenorizado informe policial, al que sigue un capítulo final que transcurre
diez años más tarde, con el que el autor quiere aclarar al lector el final de
la historia de amor que se ha ido fraguando a lo largo de sus páginas.
Estamos ante una novela muy
coral en la que los personajes, muy bien definidos, se agrupan en dos familias
de clases sociales totalmente opuestas.
Por un lado, la familia del
marqués, representativa de la burguesía catalana, formada por su esposa alemana
Renata von Kaltz y sus hijos Julio José y Marina; una familia marcada por la
ruina económica, la mala relación entre los cónyuges y la vida disoluta del
hijo.
Y por otro, la humilde
familia formada por el matrimonio que durante muyos años sirvió a los señores
marqueses como chófer y criada, Genaro y Juana, propietarios en la actualidad
de un negocio de coches fúnebres, y sus tres hijos, Jacobo (trabajador en la
imprenta de la Vanguardia española que pretende mediante la práctica del boxeo
salir de la pobreza), Marta y Tonio.
Junto a los anteriores, un
puñado de personajes secundarios: Carmen Berengueras, la amante del marqués;
Javier Diezma, el compañero de francachelas del marquesito; Beatriz, la novia
de Jacobo; Ramón, el novio de Marta; Asunción Martín, apodada la Tomata, una
prostituta de las Ramblas de Barcelona; Fermín Quereteja, el inspector que dirige
la investigación; y, finalmente, Arturo, Cosme, Sebas y Pompeyo, las malas
compañía que frecuenta el joven Tonio.
En resumen, una novela muy
humana que refleja muy bien la sociedad de la época, marcada por las
diferencias entre clases sociales, y en la que tiene cabida los amores
imposibles, los celos, la infidelidad, la traición y los secretos familiares.
Es verdad que no es su mejor
novela, pero tiene el valor de ser la última que tendremos entre las manos de
este magnífico escritor que me ha regalado muchas horas de lectura en mi vida.
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