EL VIENTO CONOCE MI NOMBRE, de Isabel Allende. Puntuación: 4/5
Acabo de terminar la última novela de Isabel Allende, ‘El viento conoce mi nombre’, publicada hace apenas un mes por Plaza&Janés. Como cualquier libro de esta autora, me lo he bebido en un par de días, además de que no es muy largo.
Al principio creí que se
trataba de una novela más sobre la II Guerra Mundial y estaba un poco
desconcertada, porque Isabel Allende no sitúa sus novelas en Europa y me
parecía además un tema ya bastante trillado.
Y es que ‘El viento conoce
mi nombre’ arranca en la ciudad de Viena, en el año 1938, cuando el doctor
Rudolf Adler, su esposa Rachel y su hijo Samuel de seis años, un prodigio del
violín, son presa de la locura colectiva que se desata la noche del 9 al 10 de
noviembre, la conocida como Noche de los
cristales rotos. Esa noche Rudolf desaparece y es deportado al campo de
Dachau, y nunca más volverá a ver a su familia.
Mientras, su mujer intenta obtener
visados para Santiago de Chile, pero al no conseguirlo no le queda más opción
que enviar a su hijo Samuel a Inglaterra a través del Kindertransport, organizado por los comités de judíos que están
rescatando niños también de Polonia, Hungría y Checoslovaquia. Ese día termina
la infancia de Samuel y la despedida de su madre le acompañaría toda la vida.
He leído en internet que
precisamente la historia que nos cuenta la autora nace cuando asistió en un
teatro de Nueva York a una obra de teatro de Diane Samuels – Kindertransport- basada en el hecho
real de niños salvados de los nazis gracias a esfuerzos organizados de rescate.
En Inglaterra, tras pasar
por varias familias, Samuel va a parar a un orfanato, hasta que una pareja de
cuáqueros, Luke y Lidia Evans, lo rescatan y se convierten en su familia.
En 1958, ya con 25 años,
Samuel viaja a Nueva Orleans para estudiar la cultura del jazz y allí conoce a
Nadine Le Blanc, la que se convertirá en su única esposa y el amor de su vida.
Este cambio de escenario, y
aún no han transcurrido muchas páginas del libro, permite a la autora introducir
otra historia análoga, desarrollada ya en la actualidad, concretamente durante
la pandemia Covid-19: la separación desgarradora de una niña ciega, de la misma
edad que Samuel, llamada Anita Díaz, que huye con su madre, Marisol, desde El
Salvador y se topa con la dura política migratoria del presidente Trump al ser
separadas en la frontera. Ambas historias se irán imbricando ya hasta el final
de la novela.
Corre el año 1968 y Samuel
consigue un puesto en la Orquesta Sinfónica de San Francisco y también es
contratado en la Universidad de California.
Años después, en 1981,
Leticia Cordero entra como inmigrante en Estados Unidos tras la masacre de El Mozote en El Salvador, una acción
antiguerrillera contra la población civil en la que murieron más de 900
personas. Leticia acabará convertida en cuidadora de Samuel durante el
confinamiento de la pandemia.
Junto a los personajes
anteriores tenemos también a Selena Durán, una trabajadora social del proyecto Magnolia, dedicada a los refugiados e
inmigrantes en Arizona, que se gana la colaboración, y algo más, de Frank
Angeleri, un abogado de raíces italianas que la ayuda a rescatar a Anita de las
garras del sistema de inmigración.
Os puedo contar también que
Isabel Allende creó a la muerte de su hija Paula (la cual da nombre a otra de
sus novelas) una fundación en su honor con el fin de invertir en organizaciones
y programas que ayuden a las mujeres y niños vulnerables, refugiados en todo el
mundo, especialmente en la frontera de los Estados Unidos. Así que podéis
imaginar que está bien documentada sobre el drama de la inmigración y las
historias de dolor que estas personas cargan sobre sus espaldas, aunque también
vais a encontrar historias de valentía, solidaridad y amor.
Y ahora solo queda que
vosotros os decidáis por esta nueva lectura que os propongo.
Sin duda una historia que merece ser leída. Excelente reseña.
ResponderEliminarsiempre tan amable. Sabía que esta te gustaría.
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